Centro Asturiano de Oviedo

Crónica 8km de Castrillón

Nuestro compañero Chema Vieitez ha escrito la crónica que de la carrera en la que estuvimos presentes el pasado Sábado en Piedras Blancas, los 8km de Castrillón.

Ya iba tocando empezar la temporada y probarme en alguna carrera popular, los entrenamientos están muy bien, pero la mejor manera de probarnos de verdad es una buena competición.

Y en esta primera prueba de la temporada me he podido dar cuenta de que hay muchas cosas que tengo que mejorar para correr mejor. Como ya os estaréis imaginando no os voy a hablar de que hice una prueba perfecta, pulvericé mis tiempos y que ahora me siento orgullosísimo.

Después de comer, la pereza me atacó sin aviso, y decidí apurar el tiempo quedándome en casa durmiendo una plácida siesta. Este fue el primer error de la jornada. Después de espabilarme un poco de la siesta, recogí a mi compañero Dani Carro y nos dirigimos a Piedras Blancas. Nada mas llegar nos empezamos a dar cuenta de que nos habíamos equivocado bastante al llegar con solo media hora de antelación. Encontrar sitio fue una auténtica odisea, en la prueba participaban unos 1500 corredores, y parecía que todos habían llevado su coche. Después de aparcar todo fueron prisas, ir rápido a por el dorsal, cambiarnos más rápido aún, calentar de mala manera. Pero a pesar de todo estábamos ahí, listos para tomar la salida.

Ya durante el calentamiento me avisaron de que en esta prueba se sale especialmente rápido, que los primeros 3-4 km son ligeramente cuesta abajo y que si te motivas demasiado al ver la buena velocidad que llevas de manera más cómoda de lo habitual, te acaba pasando factura en los últimos 3 km, que son fundamentalmente cuesta arriba. A pesar de todos estos consejos, cuando dan la salida te ves arrastrado por una marea humana, que a lo único que te invita es a correr más y más rápido. En estos momentos en todas las carreras se da un curioso efecto, que yo lo llamaría “motivada colectiva”: la adrenalina y los nervios hacen que seas menos consciente de las sensaciones de tu cuerpo, el afán competitivo te pide que vayas un poco más rápido que el que tienes a tu lado, ves que tu cuerpo te responde y que te sientes bien, el problema es que el que llevas a tu lado también le pasa lo mismo, al igual que el resto de personas que corren, en la salida todo el mundo es medallista olímpico, de este modo el ritmo de las salidas suele ser siempre muy alto. Como yo no soy distinto al resto de la gente, me paso lo que a todos, salí a un ritmo muy por encima de mis posibilidades.

En el primer kilómetro el mundo era para mi de color de rosa, me encontraba bien, iba a un ritmo muy bueno y por fin estaba otra vez compitiendo. El 2º kilómetro el mundo seguía estando bien, pero ya era un poco menos rosa, el arroz y el filete que había comido (hace 3 horas y en cantidades más que abundantes) hicieron acto de presencia con una sutil revoltura de estómago. El kilómetro 3 fue colocando a la gente en su lugar, afloje ligeramente el ritmo (que por ser un poco cuesta abajo era excepcionalmente bueno) y me enganche a un buen grupo que iban a un ritmo que pensé que era bueno para mi. Si tuviera que bautizar al cuarto kilómetro de alguna manera, lo llamaría “el principio del fin”, las molestias de estómago no hacían más que aumentar, ya me empezaba a costar seguir ese ritmo tan bueno que pensé que llevaba. En el kilómetro 5, en Salinas, simplemente reventé, apareció el flato, las molestias de estómago llegaron a su culmen, aparecían esos pensamientos que siempre aparecen en estos momentos: “¿qué cojo… hago yo aquí?”, “¿quién me mandaría venir, con lo bien que estaba yo viendo una peli?””¿por qué, con todas las aficiones que hay, soy tan tonto de escoger una en la que sufres tanto?”. El reventón y las cuestas me hicieron bajar el ritmo durante los siguientes kilómetros, por suerte mi caso no fue una excepción , ya que los últimos 3 kilómetros, la vuelta de Salinas a Piedras Blancas, se cobró numerosas víctimas. El no ser el único que iba sufriendo y el ir a un ritmo cómodo hizo que poco a poco me fuera recuperando, tirara de valor y me estabilizara en un ritmo que, aunque en mi estado era exigente, me permitía llegar con dignidad. Al visualizar la meta, intenté arreglar un poco la mala carrera que estaba haciendo, y aumente el ritmo. A mi lado otro chaval también se motivó y empezó a lanzar un ataque en toda regla. Motivado por el público, y por el simple echo de que me pico muy fácil, me vi enzarzado en un sprint con este chaval, pero el no conocer la llegada hizo que me parara en el primer arco que vi, que por supuesto no era la llegada, así que a pesar de querer acabar dignamente, acabe arrastrándome hasta en segundo arco, que sí era la llegada definitiva. A pesar de todo, siempre que cruzas la meta es una gran satisfacción, y aunque sepas que no lo has hecho todo lo bien que querías sabes que lo has dado todo, y eso ya es motivo más que suficiente para sentirte feliz

 

No puedo terminar esta crónica sin mencionar la actuación de mis compañeros:

Dani Carro además de hacerme más agradable el viaje, superó con creces sus objetivos, junto con Murias, haciendo ambos una buena carrera.

El indestructible Mon, a pesar de correr con la falange del 5º dedo del pie rota, y a que solo hace mes y medio que se sometió a una artroscopia corrió tirando de valor y cabeza, superando con creces el tiempo que se había propuesto conseguir.

Pompe terminó cumpliendo perfectamente con un gran tiempo en la linea de meta aún estando fuera de su terreno que es el agua.

Esta temporada Satur parece dispuesto a correrlo todo, maratones, croses y todas las populares que hagan falta, y como siempre en esta carrera hizo una gran actuación.

David estuvo desde el principio en cabeza, luchando con los de arriba y dando espectáculo.

Creo que os ha quedado claro que no hice la carrera de mi vida, está claro que tengo mucho que aprender y esta carrera me ha enseñado que la clave entre una buena y una mala carrera, a veces, son esos pequeños errores. Espero que mis “cagadas” os sirvan para aprender un poco. Para la siguiente más y mejor.

 

Fotografía: Pedro Pablo Heres

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